Me enamoro cada semana,
en cualquier momento inesperado.
Es un amor de diez minutos, de acordarme luego muy de cuando en cuando,
de aquella cara o aquel gesto.
Pelo rubio, una barba, un abrigo con capucha.
Ai, los abrigos con capucha... y unas deportivas bonitas.
Qué punto débil.
Después paseo sola. Me gustan los paseos románticos, pero sin pareja.
Paseo y me acuerdo de alguno, sueño un rato.
Escucho música y me preocupo otra vez por mis delirios, por si vuelvo a vivir más en mis sueños que en la realidad.
Decido que no y vuelvo a soñar.
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